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Torreiglesias: Un breve recorrido por su arqueología. |
Los primeros trabajos arqueológicos llevados a cabo en nuestra zona tuvieron lugar a mediados de los años setenta. Estas primeras intervenciones, que se centraron en el área del río Pirón y la confluencia de este con el río Viejo, fueron llevadas a cabo por el actual director del Museo Provincial de Segovia, D. Alonso Zamora Canellada. Estos trabajos tuvieron como centro la excavación de uno de los yacimientos más conocidos de Castilla y León, al menos en los siempre restringidos círculos científicos, como es la Cueva de la Vaquera (Zamora, 1974; 1976). Así mismo, se llevó a cabo la primera prospección sistemática de la zona, por parte del mismo investigador (Zamora, 1977), con grandes resultados en cuanto a la localización de la mayor parte de los yacimientos que en la actualidad conocemos. Tras un breve parón que abarcó la mayor parte de la década de los ochenta, en el año 1988 se reinician los trabajos de excavación y documentación sistemática en La Vaquera (Municio y Barahona, 1992), perteneciente en el momento actual al vecino término de Losana de Pirón. En los años siguientes tendría lugar la revisión del Inventario Arqueológico de Castilla y León, en cuanto a nuestra provincia se refiere, trabajo que se prolonga hasta el año 1994, y que articula el listado de todos los yacimientos arqueológicos conocidos de la provincia, y del que es partícipe Torreiglesias. Dejando a un lado los aspectos historiográficos, las primeras noticias de ocupación humana relativas a nuestra zona se establecen a partir de los últimos niveles de La Vaquera, datados en torno al 3700 a. n. E. Las informaciones de que disponemos en este momento son poco recientes, dado que estamos expectantes ante la futura aparición de la memoria de las recientes excavaciones, que en principio esperamos que sean muy esclarecedoras, sobre todo en cuanto a la economía de los grupos humanos calcolíticos, así como otros elementos asociados a la secuencia documental del yacimiento, que se prolonga, en principio, hasta el siglo II a. n. E. En cuanto al resto de yacimientos, si bien la ocupación humana parece haber sido constante, en mayor o menor medida, hasta nuestros días, merece la pena reseñar la Edad del Hierro, sobre todo en cuanto a su segunda fase, con la presencia de dos interesantes poblados, situados de nuevo en la confluencia de los ríos Pirón y Viejo. El primero de ellos, el Cerro de la Sota, se articula en un cerrete que se enfrenta a la vega del Pirón en su ladera sur. La ocupación del mismo se prolonga, en principio, desde el siglo VII a. n. E. hasta mediados del siglo II a. n. E. destaca en el la presencia de arquitectura de tipo rupestre, tanto en las defensas, en forma de un impresionante foso excavado en la roca, como en cuanto a los elementos domésticos. El segundo de ellos, el Castrejón se articula con posterioridad, probablemente en torno al siglo IV a. n. E., y se desocupa en un momento similar al cerro de la Sota. El área habitada se estableció mediante la fotografía aérea, dado que no se observan con claridad estructuras en superficie. Destaca en él la presencia más que probable de una necrópolis de incineración, asociada a la vida del poblado de la Segunda Edad del Hierro. Referente a la posterior ocupación romana, en principio, disponemos de dos yacimientos localizados hasta hoy. El primero de ellos, tal vez el principal, es una villa plenoimperial, documentada en el entorno de la iglesia parroquial, dentro del casco urbano de Torreiglesias. Fechada en un principio en el siglo III d. n. E., esta datación, equivalente a otras, referentes a yacimientos similares, basadas en la denominada "crisis del siglo III" está en franca revisión, en conjunto con el propio proceso, pudiendo ser probablemente un siglo más antigua. El segundo yacimiento del que tenemos noticia es el pequeño espigón que cierra el Muro de los Siete Dobleces, en la vega del río Viejo. No sabemos prácticamente nada de él, salvo por la presencia de los restos de un antiguo cierre defensivo. La fecha de inicio, bastante general por otra parte, en cuanto a este pequeño asentamiento es el Bajo Imperio romano, si bien alguna de las estructuras que se observan asociadas a él, como la conocida como la Cuna del Moro, de probable carácter funerario, parecen posteriores. Las carencias en cuanto al registro material observable en superficie no nos permiten establecer fechas claras, más allá de la simple especulación. Por este motivo, no tenemos evidencias de población en época visigoda, si bien esto no indica que tanto aquí, como en el actual casco urbano de Torreiglesias, esta no existiera. Así, las primeras noticias contrastables que tenemos de época medieval datan del siglo XII, y se conservan en forma de documentos en el Archivo Catedralicio de Segovia. Así, en varios de estos documentos se indica la existencia de un núcleo de población denominado Turre Eclesiae, nombre que, castellanizado, se mantiene hasta el siglo XIX, en el que el pueblo se llama Torre Yglesias, según el Atlas del Diccionario Geográfico - Estadístico de España. Desde este momento, probablemente incluso desde que se articula la citada villa, existe con seguridad un núcleo habitado en el punto en que, en la actualidad, se encuentra Torreiglesias, construyéndose también el conocido Puente de Covatillas, en asociación con un importante camino que atravesaba nuestro término en dirección a Segovia. En cuanto a la etapa hispano - musulmana, completamente desconocida, por otra parte, de nuestra Historia, si bien tampoco tenemos referencias materiales que nos permitan afirmar el mantenimiento de un núcleo habitado, ciertos elementos de la toponimia nos permiten intuir que esto es así. No debemos perder de vista los últimos trabajos de excavación llevados a cabo en el vecino castillo de Turégano, en los que se ha descubierto una estructura defensiva de esta época, por lo que no sería extraño que la zona no fuese un despoblado en este momento. Este ha sido, muy someramente, el recorrido por los principales sitios arqueológicos ubicados en el término municipal de Torreiglesias. En este sentido, creo innecesario señalar la importancia científica de los yacimientos conocidos, como la más que probable presencia de otros que, por el momento, no se han localizado. Tampoco creo que sea preciso insistir en las posibilidades reales de la Arqueología, primero como referente cultural, y segundo, como motor en cuanto al desarrollo social de las poblaciones rurales. Jose Ignacio Gallego Revilla
BARRIO MARTÍN, J. (1991). La Segunda Edad del Hierro en Segovia.
U. A. M. (microfichas). Madrid. |